ADN
   
 
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  De todos los descubrimientos científicos del siglo XX, el descubrimiento de la molécula de ADN ha sido, sin lugar a dudas, uno de los más trascendentales. Detrás del hallazgo de la estructura molecular del ADN se encuentran los nombres de dos grandes científicos, uno vivo hoy, otro fallecido hace poco. Se trata de James Watson y Francis Crick, descubridores de la famosa doble hélice o escalera en espiral, modelo del ADN que conocemos y manejamos hoy.
   
  La dupla de estos dos científicos famosos, Watson & Crick, es un lugar común en biología molecular. A partir de su descubrimiento se dio lugar a un desarrollo exponencial e impresionante de esta disciplina, y su aporte a la ciencia es equiparable al de los más destacados investigadores. Repasamos algunos datos biográficos de ambos, y nos metemos de lleno en su trabajo sobre esta molécula, tan rico y jugoso en pleno 2010 como en el año de su descubrimiento: 1953.
   
  El descubrimiento de la estructura del ADN involucró más nombres que los de James Watson y Francis Crick. El estadounidense Linus Pauling estaba trabajando sobre ello, y Maurice Wilkins y Rosalind Franklin habían captado imágenes de rayos X de la molécula. Fueron estas imágenes las que abrieron paso al descubrimiento de la molécula, pues Wilkins se las mostró a Watson iluminando la mente del investigador.
   
  Posteriormente, los instrumentos de la biología molecular han favorecido una explosión de la genética permitiendo cortar este ADN, detectar y estudiar los genes defectuosos así como los errores de programación, responsables de las enfermedades genéticas.
   
  Esta evolución ha permitido desarrollar el diagnóstico prenatal, identificar genes de enfermedades -corea de Huntington, distrofia muscular de Duchenne-, explorar los vínculos entre la genética y el cáncer y poner a punto métodos de diagnóstico y pronósticos.
   
  Los conocimientos adquiridos también irrumpieron en la medicina legal con las técnicas "de huellas genéticas" para las investigaciones de paternidad y la identificación de los individuos sospechosos de crímenes o de víctimas de catástrofes.
   
  Luego de este descubrimiento, se han podido producir sustancias terapéuticas por ingeniería genética, como la insulina para los diabéticos, el factor 8 de coagulación para la forma más frecuente de hemofilia, así como vacunas.
   
 
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